Donar órganos, un acto de solidaridad

La medicina moderna nos ha llevado desde hace años por caminos que hacen que la calidad y esperanza de vida sea cada vez más alta. Uno de estos avances es por supuesto el trasplante de órganos, que viendo en retrospectiva es un acto titánico ya que representa el trasladar y asimilar una parte de un ser humano hacia otro.

Nuestra sociedad y en general en el mundo, está cada vez más aceptando el hecho de la donación como un acto de solidaridad post muerte, si una persona llega a morir, su cuerpo puede salvar la vida de hasta ocho personas.

Pueden ser donados el riñón, el hígado, el corazón, el páncreas, pulmón, y el intestino, entre los órganos más grandes. Pero también se trasplantan tejidos como la médula ósea, los huesos, tejido ocular, (corneal y escleral), válvulas cardíacas, segmentos vasculares y ligamentos.

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Tipos de trasplante:

Según el origen y destino del órgano a trasplantar, hay varios tipos de trasplante:

Autotrasplante (Donación y recepción de la misma persona, como de piel o médula)

Isotrasplante o Singénico (El donante y el receptor son individuos distintos pero genéticamente idénticos, como gemelos univitelinos. Casi no hay riesgo de rechazo)

Alotrasplante u homotrasplante (El donante y el receptor son genéticamente distintos y de la misma especie. Este es el tipo de trasplante más común de células, tejidos y órganos entre humanos. Para evitar el rechazo generalmente se necesita tener en cuenta la inmunocompatibilidad entre donante y receptor. En la mayoría de casos es necesario seguir tomando fármacos inmunosupresivos)  

Xenotrasplante, heterotrasplante, o trasplante xenogénico (El donante y el receptor son individuos de diferentes especies. Por ejemplo, los reemplazos valvulares pueden usar válvulas bovinas o porcinas)

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TABÚES Y PUNTOS DE VISTA

La donación de una parte del cuerpo después de que este ya queda, fisiológicamente, sin signos vitales, es una decisión -como todas- que tiene que ver con las creencias culturales y personales. La decisión depende de cada uno pero lo cierto es que, mientras debatimos lo «correcto» o «incorrecto» de dar a otra persona órganos que pudieran salvarla, vamos perdiendo muchas vidas, todo por principios establecidos enclenquemente, en base a lo que escuchamos o nos hacen creer en cuanto a lo negativo o positivo que es ceder una parte del organismo a otra persona.

«¿Por qué pudiendo ayudar después de muerto, la gente no simplemente dona sus órganos?»

Esta es una pregunta bastante complicada ya que si bien cada vez más gente está dispuesta a hacerlo, no siempre se dan las condiciones. Las leyes estipulan que para que exista una situación de donación, el donante debe haber muerto cerebralmente y lo deben verificar hasta tres doctores diferentes, debe haber expresado en vida el consentimiento de donación o que sus familiares lo autoricen. Cualquier donación o recepción de órganos debe realizarse sin ninguna remuneración económica de por medio, y por último el donante (en caso de que esté vivo) o la familia, puede cambiar de opinión en cualquier momento, quedando exento de cualquier responsabilidad con el receptor.

También existe un “tabú” con el tema del trasplante de órganos, ya que puede existir una susceptibilidad de parte de gran parte de la población, desde posturas tradicionalistas de respeto al muerto, o simples miedos de ser enterrado sin sus órganos. Pueden parecer simples o hasta absurdas, pero según una nota realizada por el periódico “El Deber” indica que en nuestro país existe un rechazo de hasta 70% por parte de familiares en cuanto a la donación de órganos de familiares fallecidos y al final de la historia son ellos quienes tienen la palabra final. No por nada en Bolivia tenemos uno de los índices más bajos de donantes registrados en Latinoamérica (7.000 registrados en 2012)

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Además de estos obstáculos está también el contexto en el que vivimos; no todos pueden costearse una operación de trasplante y la lista de espera por un órgano puede ser muy larga, por ejemplo; en un hospital público la cirugía de trasplante de riñón puede llegar a costar hasta 30 Mil bolivianos y en uno privado llega hasta los 98 Mil bolivianos.

Sumemos todas estas barreras y lo que un paciente y su familia deben enfrentar; si vemos en hospitales locales como el San Juan de Dios la cantidad de personas que deben ir a diario a hacerse una diálisis y de las cuales muchas (por no decir todas) están en espera por un riñón, el panorama es desolador y lo triste es que tal vez nunca lleguen a recibir un trasplante por una o varias de las anteriormente descritas situaciones.

Para hacer para hacer más eficiente el proceso, y que quien necesita el órgano no corra el riesgo de recibirlo demasiado tarde, o no recibirlo, podés informarte mejor. Tener la decisión tomada y comunicada a tu familia -después de considerar lo que implica que seas donante. Por último, para que tu decisión se conozca y marque una diferencia, inscribite como donante voluntario. Podrías llegar a salvar muchas vidas.

Informáte:

 

FUENTES:

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